Hoy sería absolutamente impensable. El nombre de la popular calle Laurel guarda un pasado oscuro

hace 1 año · Actualizado hace 1 año

laurel

Ahora sería objeto de repulsa y de una frontal oposición política y social. El nombre de la popular y gastronómica calle Laurel, una de las zonas más concurridas durante las fiestas de San Mateo, guarda un origen un tanto convulso. Eran otros tiempos.

Relata la historia, que allá por el siglo XIX, e incluso durante las primeras décadas del XX, de las ventanas y balcones de la céntrica calle del canco antiguo logroñés colgaban puntualmente unos ramilletes de laurel.

No había bares, y la estrecha vía solía albergar a hombres que deambulaban a lo largo de la calle atentos a ventanas y balcones.

El que llaman oficio más antiguo del mundo pobló por aquellos tiempos las viviendas de La Laurel y el ramillete indicaba que la mujer que preferían aquellos hombres para satisfacer sus deseos más carnales y pasionales, quedaba libre.

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Visto el ramillete, dejaban su lento y ansioso caminar, se aproximaban al portal indicado, llamaban a la casa de su preferencia, y se entregaban a la lujuria. En ese momento, la meretriz retiraba, de nuevo, el ramillete para que nadie les molestara en sus quehaceres.

Mientras tanto, y seguramente ajeno a tales placer, un visionario hostelero observó una necesidad en la calle en la que los ramilletes colgaban puntualmente de ventanas y balcones.

Debió pensar muy audaz, que mejor esperarían los hombres al ramillete del laurel tomando un vino en un bar, que deambulando calle arriba y abajo sin más destino que la mera espera.

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Y así fue, abrió el local, los hombres esperaban su turno en compañía de un buen caldo y de esta manera, cuenta la historia, abrió el primer bar de la calle Laurel.

En la actualidad, los ramilletes de laurel hubieran generado una férrea oposición, no ya por los ramilletes en sí, sino por una situación que daría visibilidad a la prostitución en un contexto en el que ni el trabajo sexual puede hacer publicidad en medios de comunicación.

Y más aún, cuando diferentes asociaciones demandan que la prostitución de declare ilegal, se persiga a clientes y se busquen salidas para las mujeres u niñas inmersas en situaciones de trata. Asociaciones que reclaman igualmente la abolición y que, incluso, el uso de la prostitución se declare violación.

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Afortunadamente, aquel bar dio paso a muchos otros y cerró aquellos improvisados prostíbulos ubicados en viviendas de edificios.

Por cierto, en aquellos tiempos, La Laurel ni siquiera tenía acceso a la calle Bretón de los Herreros.

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