Historia de La Rioja

hace 7 años · Actualizado hace 6 años

Primeros riojanos

grabado riojanos 1845

Historia de La Rioja

El rasgo historiográfico más destacado de La Rioja, durante gran parte de la primera mitad del siglo XIX, es sin duda, la formación de la conciencia provincial. Por encima, incluso, de la I Guerra Carlista. La búsqueda de la emancipación administrativa no debe sólo interpretarse en clave externa sino también en razones endógenas, sobre todo en la inquietud general, extendida por toda España, de reformar el complejo mapa político-administrativo heredado del Antiguo Régimen.

Esta inquietud trasluce en las juntas y sociedades creadas a finales del XVIII, en claro corte ilustrado, en el rechazo al invasor francés y en las reivindicaciones regionales ante las Cortes de Cádiz, que se convirtieron en efímera realidad durante el Trienio Liberal.

Desde finales del siglo XVI estaba La Rioja repartida administrativamente en dos grandes mitades: la actual Rioja Baja dependía de la provincia de Soria y la Rioja Alta y Rioja Media, de la de Burgos.

Las reclamaciones de autonomía administrativa para La Rioja durante el Trienio Liberal fueron conducidas desde dos frentes que cooperaron mutuamente aunque sin llegar a fusionarse del todo. Por un lado trabajaron los rupturistas que apoyaban la Carta Magna de 1812, o sea, la generación política emanada de la guerra; y por otro la colaboracionista con el régimen de Fernando VII Sociedad Patriótica Riojana. El primer grupo buscó organizar un “movimiento municipalista” global que participara en las reivindicaciones provincialistas; y la Sociedad usó de sus conocimientos e influencias para mover los hilos desde Madrid en momentos conflictivos. El movimiento municipalista inició sus trabajos políticos un mes después de jurada la Constitución de Fernando VII con “una reunión patriótica de vecinos de Logroño” que elaboraron un escrito reivindicativo. El movimiento tuvo efecto inmediato y en menos de dos meses se habían realizado al menos dos reuniones de los representantes de los partidos judiciales riojanos, entonces repartidos entre otras provincias.

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El “movimiento municipalista” riojano llegó también a un consenso con la Sociedad Económica de La Rioja, pese a sus diferencias políticas y publicaron conjuntamente en 1820 una exposición que presentaron al Congreso Nacional en apoyo de su solicitud para que La Rioja formase provincia independiente.

La intervención de la Sociedad Patriótica Riojana, fue encauzada por su secretario, el ilustrado Martín Fernández de Navarrete, quien insistió que concediera a La Rioja “un ser político y el lugar que debe ocupar entre las Provincias del Reino” La petición de Navarrete a Fernando VII concluía así: “Conceder a la ilustre y fecunda Rioja el título de Provincia independiente, fijando sus límites desde los Montes de Oca hasta el Río Alhama en su longitud, y desde las cumbres de los Montes de Cameros hasta los de Toloño y Sonsierra en su latitud que son los mismos que la naturaleza le ha señalado, y separarla de la Provincia de Burgos, Álava y Soria.

La conjunción de los intereses económicos de los grandes hacendados riojanos y de las ideas políticas liberales de los “patriotas exaltados” fueron tenidas en cuenta por los encargados de realizar el proyecto de división provincial durante el Trienio Liberal. Por ello, La Rioja aparece como provincia del reino en el segundo proyecto de Felipe Bouzá y de su ayudante Larramendi en el año 1821. Se imprime con el título de “Informe de la Comisión de División del Territorio Español” y es leído en la Sesión de las Cortes del 19 de junio de 1821, para discutirse durante ese año.

La Rioja se formó como nueva provincia en el siglo XIX a raíz de la suma de varias poblaciones de Burgos, Soria, Álava y Navarra

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En total se recogían unas trescientas poblaciones pertenecientes a cinco provincias: Soria, Burgos, Álava, Navarra y Zaragoza. Las dos más afectadas eran Soria, con 143 y Burgos, con 125. Mientras que a la de Álava se la restaban 19; a la de Navarra 9; y a la de Aragón, sólo una: Tarazona.

El proyecto tuvo sus enemigos, principalmente desde Soria, aunque tras su tramitación las inclusiones en la futura provincia fueron adelgazando. Sólo las 19 poblaciones de la provincia de Álava solicitadas, incluidas en el proyecto se respetaron. En el caso de Navarra, el proyecto incluía nueve poblaciones al este de la nueva provincia de Logroño y ninguna al norte, sin embargo, en el Decreto de Constitución de la provincia se recortaron las primeras hasta sólo tres: Corella, Cintruénigo y Fitero, y se incluían dos al norte no proyectadas: Viana y Aras. Tampoco se integraba la ciudad aragonesa de Tarazona, que si lo estaba en el proyecto primigenio.

Sobre Burgos, el proyecto contemplaba el partido de Belorado, pero sus municipios solicitaron a las Cortes seguir en Burgos, aunque sí se incluyó todo el partido de Santo Domingo de la Calzada, el de Haro y algunos pueblos del de Miranda, entre ellas Altable.

Más conflictiva fue la integración de las poblaciones sorianas, pues reclamaba 150 municipios. Pero, además, el proyecto trasladaba la capital al Burgo de Osma, anulando el papel tradicional de la ciudad de Soria. Al verse acorralada, la capital dio una respuesta contundente.

Así el 18 de octubre de 1821 llegó al Ayuntamiento de Logroño la noticia de que “las Cortes declaran a La Rioja como provincia independiente bajo la denominación de provincia de Logroño y por capital a esta Ciudad”. Se lograba de esta manera lo ansiado durante tanto tiempo. Al fin La Rioja era provincia independiente e, incluso, con más extensión territorial de lo previsto. Su constitución se había debido al impulso político del régimen constituyente nacido de un “pronunciamiento militar” y en el ejército del constitucionalismo democrático liberal. Pero la práctica de una administración provincial iba a ser efímera. En realidad no llegó a un año, aunque legalmente alcanzara los veinte meses. En tan corto tiempo casi ni se pudieron reunir “los expedientes de las poblaciones” procedentes de las administraciones anteriores. Si bien la primera Diputación Provincial de la Provincia de Logroño se constituyó el 5 de mayo de 1822. La experiencia provincial murió definitivamente en octubre de 1823 después de que los Cien Mil Hijos de San Luis restablecieran la monarquía absoluta, con Fernando VII como garante.

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No sería hasta el 30 de noviembre de 1833 cuando el ministro Javier de Burgos crease la división administrativa definitiva -la que existe en la actualidad-, y fuese La Rioja reconocida como provincia.

La provincia de Logroño no pasó a denominarse definitivamente de La Rioja hasta el 25 de noviembre de 1980

Con los nuevos planteamientos de reforma administrativa del Estado, nacidos al desaparecer la dictadura franquista en 1975, se pone en marcha la reivindicación de que la provincia dejara de llamarse de Logroño y pase a denominarse de La Rioja. Fue el 25 de noviembre de 1980

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