Fray Domingo de Salazar
hace 7 años · Actualizado hace 6 años
En todas las obras sobre historia de Filipinas y sobre la acción evangelizadora de España en aquellos lejanos territorios aparece como figura fundamental el nombre del insigne riojano fray Domingo de Salazar, primer arzobispo de Manila.
Nació en Baños de Río Tobía por los años de 1525. Tomó el hábito de religioso dominico en el convento de San Esteban de Salamanca, en donde fue contemporáneo y condiscípulo de Domingo Báñez y de Bartolomé Medina, grandes lumbreras intelectuales del siglo XVI español, de los que no desmerecía nada en aplicación y talento, aunque siguió caminos muy distintos de ellos.
Efectivamente, fue enviado muy pronto a las misiones de América, donde trabajó durante largos años, con celo ejemplar, en la evangelización de extensas zonas de México y de la Florida. También tuvo que ocuparse de varios cargos, como profesor en distintos colegios; alcanzó, al fin, el grado de maestro en Sagrada Teología, última dignidad científica que puede obtener un fraile dominico.
Cuando podía esperar un merecido descanso, fue enviado a la Península con el encargo de defender en la Corte los derechos de los indios, lo que hizo con verdadero celo de apóstol.
Estando en Madrid, fue nombrado primer obispo de Manila mediante la Constitución apostólica de Gregorio XIII, de 6 de febrero de 1579, que es la primera implantación de jerarquía eclesiástica en aquellas lejanas islas.
Al dominico riojano, ya avanzado en edad, se le echaba encima la enorme responsabilidad de implantar la organización de la Iglesia en aquellas remotas y desconocidas latitudes. Llegó a Manila en 1581, pues en aquella época, el viaje a Filipinas constituía una verdadera aventura de meses y años. Llevaba consigo varios clérigos, seis franciscanos y tres jesuitas.
En 1586 convoca un sínodo para ver el modo de unificar métodos y criterios de apostolado. A pesar de las molestias del viaje, retorna a la Península para hacer efectivos sus planes de organización total de aquellos territorios de Filipinas. Efectivamente, gestiona y obtiene de Clemente VIII la elevación de Manila a archidiócesis, creando tres diócesis sufragáneas: Nueva Cáceres, Nueva Segovia y Cebú.
Consiguió también la creación de la provincia del Santísimo Rosario de los Padres Dominicos, que tanto fruto consiguió en Filipinas, en el Japón, en China, en Tung-King y en Formosa. Conseguidos sus objetivos, le sorprendió la muerte en Madrid el 4 de diciembre de 1594.
En el siglo siguiente, otro Salazar, de la misma familia, nacido en Baños de Río Tobía, fue obispo insigne de Barcelona (1615-1692).
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