El monje Vigila

El monje Vigila fue un religioso benedictino del monasterio de San Martín de Albelda, que vivió en el siglo X, y escribió un “Cronicón” que hizo pasar su nombre a la historia.

El famoso monasterio de Albelda tiene su origen remoto en la vida eremítica que tanto floreció en La Rioja durante la época visigoda.

El rey Sancho Abarca I de Navarra, en agradecimiento por varias victorias obtenidas en estas tierras contra los moros, dotó este monasterio de Albelda en el año 924, conociendo enseguida un notable esplendor.

Unos doscientos monjes vivían en las grutas que se asoman a la vega del río Iregua bajo la guía del abad.

Pronto se instaló un taller de monjes copistas para transcribir y conservar las principales obras teológicas y literarias de la antigüedad.

El monje Gomesano escribió el año 950 con tinta verde y letra visigótica el tratado de la perpetua virginidad de María, de san Ildefonso de Toledo, por encargo del abad Dulquito y a ruegos del obispo y príncipe de Aquitania, Godescalco, que pasó por Albelda camino de Compostela; es el primer peregrino de nombre conocido. Este precioso códice de Gomesano se conserva con todo cuidado en la Biblioteca Nacional de París.

Gomesano fue maestro del monje Vigila, que ilustró la abadía de Albelda y España entera -como dice el diccionario Espasa- con sus conocimientos enciclopédicos.

Es autor del célebre Codex Vigilanus o Cronicón albeldense, joya principal de la Biblioteca de El Escorial.

Vigila lo escribió y lo ilustró con preciosas viñetas de Albelda; lo comenzó el año 974 y lo concluyó en mayo de 976. Contiene, principalmente, de un lado, la colección hispánica de Concilios, y de otro, el Fuero Juzgo o Lex Visigotorum.

Abundan las miniaturas, entre las que sobresalen los retratos de los reyes Chindasvinto, Recesvinto y Égica, en el folio 428, y de los tres reinantes en su tiempo, la reina Doña Urraca, el rey Sancho y su hermano Ramiro, y de sus colaboradores en la confección del manuscrito, el propio Vigila, su socio Sarracino y su discípulo García. Además, varias páginas llevan mosaico, y otras, orlas con temas vegetales estilizados. El conjunto forma un grueso volumen que ha hecho famoso en todo el mundo al monasterio riojano de Albelda y a su autor el monte Vigila.

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