Baltasar Álvarez

hace 7 años · Actualizado hace 6 años

El venerable padre Baltasar Álvarez y Manrique nació en Cervera del Río Alhama y fue bautizado en la parroquia de San Gil de esa localidad, el día 17 de mayo de 1533. Murió a la edad de 47 años, inesperadamente, cuando visitaba el colegio de Belmonte, el 25 de julio de 1580.

Sus padres, Antonio y Catalina, eran cristianos viejos y vivían de su hacienda, como escribió el propio padre Baltasar.

Cursó en Cervera el primer año de latín y pasó luego, en 1547, a la universidad de Alcalá, donde estudió otros tres años de gramática, cuatro de artes o filosofía e inició la teología. Allí fue admitido como miembro de la Compañía de Jesús el 3 de mayo de 1555.

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Continuó su formación en Simancas, Córdoba, Granada y Ávila; se ordenó de sacerdote en 1558.

El padre Baltasar Álvarez, pese a su temprana muerte, ocupó puestos de gran importancia y responsabilidad dentro de la Compañía, como rector y maestro de novicios del colegio de Medina del Campo, rector del colegio de Salamanca y de Villagarcía, visitador de la Provincia jesuítica de Aragón, y provincial de Toledo. En 1579, de vuelta de Aragón hacia Castilla, tuvo el consuelo de visitar Cervera, su pueblo natal.

El padre Baltasar Álvarez es uno de los maestros más importantes de espiritualidad del Siglo de Oro español y de todos los tiempos. Gozó él mismo de la gracia de la oración infusa. Tuvo por discípulos a personas muy selectas y distinguidas de su época, como el venerable Padre Luis de la Puente, que fue su primer biógrafo, a Francisco de Córdoba, hijo del duque de Cardona, a san Juan de Ribera, a la humildísima Mari Díaz, a doña Magdalena de Ulloa, educadora de don Juan de Austria, a don Iñigo Fernández de Velasco, condestable de Castilla, a don Francisco de Reinoso, que fue ejemplar obispo de Córdoba, y a santa Teresa de Jesús, de la que fue confesor y director, el que más le aprovechó a su espíritu, como dejó escrito ella misma.

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Cuando santa Teresa de Jesús se enteró, estando en Medina, de la prematura muerte del padre Baltasar Álvarez, estuvo más de una hora llorando, sin que nadie bastara a consolarla, “porque sé -decía- la falta que hace y ha de hacer en la Iglesia de Dios este su siervo”.

Sus escritos de espiritualidad han influido y siguen influyendo en los más selectos ambientes de la Iglesia.

Sus enseñanzas influyen eficazmente en la espiritualidad del padre Lallemant, jesuita, a cuya escuela tanta importancia han dado modernamente algunos escritores franceses.

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Por maestro suyo lo reconoce el benedictino Agustín Baker, el más insigne de los místicos modernos ingleses. Y el gran Bossuet invoca repetidas veces su autoridad, al lado de san Francisco de Sales, de santa Teresa y de san Juan de la Cruz…

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